Aprendí a amarme el doble por las veces que me quise la mitad (Parte II)
¿Cómo has estado?
Han pasado algunas lunas y frescas lluvias desde la última vez que nos encontramos en un corto escrito. Lamento que la rutina y el estrés de la ciudad nos hayan alejado tanto desde la última vez que me has escuchado. Gracias por prestarme tus ojos, tu mente, tu tiempo, al leer unas cortas palabras pero sobre todo por los mensajes que enviaste no a mí, sino a tí al encontrarte frente a un espejo que aunque literario han reflejado el anhelo que tanto has guardado.
El aprender a amarse a sí mismo, no es un anhelo, un deseo o un sentimiento, es al final de todo esto, una decisión, tan tuya y tan mía que solo puede nacer de nuestro interior después de algunos golpes, como sucede en la mayoría de los casos.
Te diré que después de varias lágrimas y noches sin dormir, cansada de fallar y herir no solo mi vida, sino también la vida de los demás, entendí que en este mundo el amor ha sido malinterpretado y que la diferencia entre el sabio y el necio no está en las veces en que han tropezado, se trata del número de veces que han tropezado con la misma piedra, y que la diferencia entre el inteligente y el sabio no está en la experiencia, pues el inteligente aprende de sus errores y el sabio aprende de los errores de los demás… ¡¿Cuántas veces he pasado por inteligente olvidando el valor de la sabiduría?! (Risas…)
Hace unos meses leí una frase que dejó mi mundo al revés, el pasaje de aquel libro cuestionaba el por qué si amamos insistimos en dejar marcas en el otro. Aquellas palabras quedaron en mi mente hasta el día de hoy, tanto que aún al escribir este pequeño texto sigo meditando en ellas una y otra vez, especialmente al pensar en las huellas que he dejado en otros y las que en verdad deseo dejar. Es por ello, que decidí trabajar conmigo misma.
El proceso como te comenté no ha sido sencillo, sin embargo, todo inició en una decisión. En seguida, tomé lápiz y papel y decidí retarme a escribir 100 cualidades acerca de mí misma. ¡Vaya aventura!, te confieso que las primeras diez fueron las más sencillas, no obstante, el camino se haría más difícil a partir de aquel instante. Tardé 8 meses hasta lograr alcanzar la meta, fueron varios días y semanas de frustraciones, pues a mi mente solo llegaban los errores, las debilidades e incluso las críticas que a lo largo del camino había escuchado. ¿Te das cuenta el inicio y desarrollo de aquella batalla?
Puedo decirte ahora con una gran sonrisa en mi rostro que fueron muchos días en los que no lograba escribir nada, nada se me ocurría y lo más increíble es que me di cuenta de lo poco que me conocía. Sin embargo, con el tiempo, paciencia y mucha calma empecé a conocer más de mí misma, sin darme cuenta las palabras empezaron a llegar y en varias ocasiones lograron no solo robarme una sonrisa sino además algunas tiernas lágrimas. Lo cierto, es que muchas veces deseamos conocer y entender el universo que nos rodea y descuidamos el infinito que en nuestro interior habita.
Así que hoy, quiero retarte a que también lo intentes, te vas a sorprender, te lo aseguro, pero también vas a querer tirar la toalla, esconder el lápiz y romper el papel, sin embargo, te prometo que todo valdrá la pena. Lo digo, porque ahora te escribo desde la siguiente página de aquel texto.
Lo increíble es que ahora te daré el secreto de este súper poder, lo cierto es que a medida que lograba descubrir una nueva palabra entendía el poder de la misma, es decir, cuando me di cuenta que soy valiente también entendí que la cobardía no me pertenecía; es entonces cuando entendí el valor de amarnos el doble, ya que aprendemos a conocernos y a identificar lo que jamás seremos.
Esta construcción me pareció magnífica porque entonces al final de mi lista encontré en realidad 200 palabras que pertenecen y cohabitan en mi infinito, un infinito lleno de antónimos, sinónimos, analogías, metáforas y otras tantas figuras retóricas y literarias. Y ahora, aquella lista solo me pertenece, habita en mi corazón y ha sido grabada en mi mente dispuesta a luchar cuando alguna voz quiera entrar.
En verdad, deseo que lo intentes y te des la oportunidad de sorprenderte y ser partícipe de la transformación de tu mundo y cómo tu verdadero yo empiezo poco a poco a explorar tu universo a tal punto que es inevitable no permitirle salir a este nuestro mundo. Pues te diré, la verdadera magia se encuentra después de las primeras 99 palabras, pues la número 100 será la misma que ocupará el puesto número 200, permíteme explicarte.
Al faltar solo una palabra, habrás completado 99 palabras sencillas cuyos antónimos te darán un total de 198 nuevas cosas acerca de ti mismo. Así que intentarás descubrir la última, la número 100, no obstante, sin pretenderlo, esperarlo o planearlo, en mi caso la última palabra fue compuesta. Es decir, dos palabras dieron origen a mi número 100 y a la vez 200, dos palabras que no poseen antónimo alguno pues ellas evocan el total de mi lista y mi verdadera voz. (No obstante, tu caso puede llegar a ser distinto, pues somos tan únicos que no hay motivo para que la magia repita siempre el mismo camino).
Así que cuando llegues a la meta, podrás reír a carcajadas, extender tus brazos al mundo, perdonar fácilmente y empatizar con los demás. ¡Ah!, y cuando alguna voz quiera decirte: “No eres tu, soy yo”… ¡Créele!, ¡No se trata de ti!, ó cuando quieran proponerte darle a tu vida un matiz gris, sabrás decir: “Gracias, sin embargo no acepto la oferta”, pues para este punto y sin darte cuenta habrás aprendido a darle tú mismo color a tus días, que estás completo, completa, y no necesitas que otras voces determinen quién eres. Pero ten cuidado, si bien es cierto esta construcción es interna, también vale recordar que no debemos tener mayor concepto de nosotros mismos que el que debe ser, pues el orgullo fácilmente puede camuflarse sobre la humildad y llenarnos de falsa seguridad.
Espero con ansias que lo intentes, te apresures y tomes este reto, anhelo escuchar tu palabra número 100-200, que nunca más vuelvas a quererte a la mitad y que abraces tu vida con el doble de ahínco que hasta ahora la has abrazado. Por ahora, quiero compartir contigo mi palabra 100-200: Dulce Voz.
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